Amanece un nuevo día en el paraíso y, por cierto bastante temprano, ya que tenemos que atravesar todo el país para llegar a Tortuguero, y las carreteras no son como las de aquí.
También tenemos que entregar el coche de alquiler en Guapiles, en una gasolinera y estar a tiempo de coger el bus que nos lleve hasta el barco, que a su vez nos trasladará a Tortuguero por sus canales rodeados de selva.
Paramos sobre las ocho de la mañana a desayunar en un bar de carretera, de esos tipicos que son regentados por una familia y allí desayunamos, algunos el "gallopinto" famoso, no esta mal, por poco dinero. Compramos algo de fruta para el camino en el puesto contiguo y continuamos la marcha.
Al cabo de unas tres horas llegamos a San José, y para cruzarla en dirección a Guapiles, uff, no veas el caos de tráfico, conforme le preguntabas a alguien te indicaba un camino, y el próximo preguntado te indicaba otro distinto, en fin, que con un poco de esfuerzo conseguimos salir de allí.
Por el camino atravesamos el Parque Nacional de Braulio Carrillo, una pasada, lleno de cascadas, y de una niebla espesa que cubría las montañas cubiertas de selva tropical, lo malo es que al ser la carretera que comunica el norte con la capital, esta llena de vehículos.
Llegamos a Guapiles y dejamos a las mujeres y las maletas en la estación de bus y nosotros nos fuimos a la gasolinera a entregar el coche.
Sobre media mañana parte el autobús desde Guapiles hacia Cariari, que tarda casi dos horas.
Una vez llegados a la estación de bus de Cariari, sacamos los billetes de bus hasta la Pavona y de lancha hasta Tortuguero.
Nosotros teníamos reservado en el pueblo de Tortuguero, en las cabinas Casa Marbella, en una habitación compartida para cinco con desayuno y realmente no nos hubiera hecho falta el sacar los tickets del barco ya que nos fueron a buscar a la Pavona.Despues de casi dos horas de trayecto atravesando selva y canales con la lancha, llegamos a Tortuguero y la verdad, es una pasada de bonito.
Es un pueblo pequeño, que vive de la pesca, pero sobre todo del turismo, y donde no existe ni un solo coche, es más, no hay ningún camino asfaltado, todo son caminos de tierra con arena de playa.
Nos fuimos a comer a la taberna de Buda, comida italiana a buen precio y muy buena a la orilla del canal del Tortuguero. Por cierto, allí hay que ir sin prisas.
Después de comer nos dimos un paseo por el pueblo y contratamos la excursión nocturna para ver el desove de las tortugas con Daryl, el dueño de las Marbella, aunque al final nos fuimos con un amigo suyo porque él tenia un grupo ya contratado, y las vimos, vaya si las vimos, en todas las fases del desove y es impresionante la verdad.
Por la noche nos fuimos al Buda a tomarnos unos cubatas y unas piñas coladas y a relajarnos de la experiencia.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
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